Iglesia de Duratón

 

 Este pueblo situado en las márgenes del río del mismo nombre, alberga una de las iglesias más bellas del románico segoviano.

 

  El templo de una sola nave y ábside semicircular conserva su estructura primitiva casi intacta, excepto el pórtico que se prolongó por el lado occidental y el añadido de la torre. El ábside dividido en cinco tramos por pilastras, mantiene la disposición habitual de tramos recto y semicircular. Éste tiene tres ventanas cada una de las cuales con  sus correspondientes parejas de columnas adosadas, así como amplios arcos de medio punto con bocel que apoyan en amplios soportes. Los  aleros, apeados en canecillos y metopas de variada ornamentación proporcionan al visitante, investigadores y estudiosos agradables descubrimientos de la sociedad rural medieval, tanto en su vocación catequética como referentes a oficios y costumbres, sobre todo en aquellos que el deterioro nos deja reconocer su apariencia original. La galería porticada de diez arcos aloja las puertas, tanto la de entrada al templo como las dos puertas del pórtico y, el conjunto escultórico más notable de toda la construcción en sus capiteles, molduras y ábacos de variable y brillante temática..

 

La puerta de entrada al pórtico por su lado meridional nos sorprende con su decoración de arcos lobulados. Esta decoración existente en varias iglesias de la cuenca del río Duratón nos testifica y recuerda el trabajo de artífices mudéjares que, convivirían con la población cristiana y casi la única explicación de la aparición de este modo de trabajar en el alfoz de Sepúlveda. Dicha puerta de triple arquivolta y chambrana, la primera y tercera de grueso bocel y la intermedia con decoración geométrica nos sorprende por la escasez de recursos decorativos, no pudiendo decir lo mismo de las metopas y canecillos que recorren como una bella cenefa toda la parte superior del pórtico por esta parte meridional.

 

Estos relieves nos presentan escenas alusivas a las faenas agrícolas como por ejemplo la poda de la viña o   las labores ganaderas como las del hombrecillo que carga con una oveja como representación del pastor y como elemento relevante en la organización de la ganadería concejil. También llama la atención una metopa casi encima de la clave de la puerta del pórtico meridional de la presencia de un dromedario, animal poco común en nuestra fauna y sí muy conocido para los musulmanes. Nueva prueba, quizá, del trabajo de manos mudéjares. 

 

El pórtico tiene otra puerta por el lado oriental,  la cual tiene tres arquivoltas con decoración vegetal, cuyos capiteles se encuentran en mal estado de conservación. La puerta que el artífice decora con más recursos decorativos es la de ingreso al templo: hojas de acanto inscritas en círculos y rosetas de bellísima factura, y entre ellas distintos perfiles de bocel y nacela.

 

Sin embargo, el conjunto escultórico de más belleza y de más variada temática lo forman algunos  capiteles del pórtico, donde parecer ser que sólo en las iglesias cabeza de taller, como ocurre en Duratón,  podían reunir a un  grupo de artífices capaces de plasmar un programa catequético.

 

Destaca entre todos El Nacimiento de Jesús. El relato ofrece pormenores anecdóticos propios de los evangelios apócrifos. Se divisa a la Virgen tendida en el lecho en actitud de una mujer parturienta, acompañada de dos parteras en la fórmula iconográfica de reafirmar la virginidad de la Madre de Dios, sin dejar de reseñar que Cristo nace hombre y es hombre, además de Dios. El Niño, al lado, reposa en el pesebre acompañado por el buey y la mula. Por encima de la Virgen y del Niño dos ángeles, uno de ellos con la naveta del incienso, los llamados ángeles turiferarios, glorifican la venida del Redentor. También en este capitel aparecen los pastores, vestidos posiblemente a la usanza popular con capas provistas de capuchón y unas pequeñas ovejas a los pies. Dentro del programa catequético, a través de los pastores se subraya la preferencia de Jesús por los pobres frente a los poderosos.

 

Otro de los capiteles y, bajo un ritmo de arquerías, el maestro de taller nos muestra la Adoración de los Pastores. En una de las caras dos Reyes Magos a caballo, parecen señalar la estrella que les ha guiado hasta Belén. En otra de las caras, la Virgen con el Niño como símbolo de Trono de la Divinidad sonríe al rey que porta la ofrenda con la mano velada como señal de respeto y, rodilla en tierra como símbolo de vasallaje.

 

 También nos ofrece este pórtico, dos capiteles de temática alegórica. Éstos son:  unas inmensas aves afrontadas dos a dos, picoteando racimos de uvas entre un amplio fondo de follaje que simbolizarían, dentro del programa de catequizar, a Cristo y a la Eucaristía y, el otro,  machos cabríos emparejados y contrapuestos que harían alusión al símbolo bíblico del holocausto: El Sacrificio de Cristo “no con sangre de machos cabríos, sino con la propia sangre del Hijo de Dios” como significado profundo de la Redención.

 

También se divisan en este magnífico pórtico capiteles de temática vegetal estilizada, así como iconografía de bestiario que pretende mostrar al hombre su capacidad de opción entre las fuerzas del mal y del bien. Escenas de la primitiva liturgia cristiana donde la Eucaristía, la virtud y la ayuda divina acompañan al hombre en su peregrinar por el mundo a vencer el mal y llegar a la salvación divina.

 

El lenguaje iconográfico creado por los artistas de la iglesia de Duratón nos permite adentrarnos en el lenguaje ideológico y sociológico que les tocó vivir. Estos artífices nos han donado  su arte que, a lo largo de los siglos no sólo nos deleita sino que nos transporta a ese mundo rural y de repoblación concejil, diferente al de la repoblación monacal y privada que se llevó a cabo en la zona norte del Duero y cuya característica fundamental fue la de gozar de una vida libre al abrigo de exenciones y privilegios concedidos por los monarcas como reclamo para la repoblación de zonas fronterizas, dando lugar al concejo, con su centro urbano, en este caso Sepúlveda, al que se le asignaba un territorio o alfoz que debía repoblar mediante la entrega de tierras a gentes libres, obligadas tanto a la roturación y cultivo de las mismas, como a la permanente defensa. De este modo aparece la parroquia como “aglutinante social” y como lugar de reunión para la comunidad.

 

Probablemente la iglesia de Duratón como “aglutinador social de la comunidad” es una de las más bellas construcciones parroquiales de los territorios del alfoz del concejo sepulvedano.  

Rosario Santamaría 

Doctora en Historia del Arte

 

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